Durkheim: De la Anomia y al Corportativismo
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De
Matius Hache
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Durkheim: De la Anomia y al Corportativismo (descargar versión para imprimir) (VER EJEMPLO ANOMIA)
La modernidad y sus transformaciones en el orden social fueron retomadas por una gran variedad de autores. El término fue introducido en primer lugar por el sociólogo Émile Durkheim en La división del trabajo en la sociedad (1893): "Un estado sin normas que hace inestables las relaciones del grupo, impidiendo así su cordial integración", así como en su obra; El suicidio (1897), identificando el momento en el que los vínculos sociales se debilitan y la sociedad pierde su fuerza para integrar y regular adecuadamente a los individuos, generando fenómenos sociales tales como el suicidio.
En su libro El suicidio, Durkheim estudia las causas y tipologías de esta conducta y encuentra que se caracteriza por una pérdida o supresión de valores (morales, religiosos, cívicos...) junto con las sensaciones asociadas de la alienación y la indecisión. Y esta disminución de los valores conduce a la destrucción y la reducción del orden social: las leyes y normas no pueden garantizar una regulación social. Este estado lleva al individuo a tener miedo, angustia, inseguridad e insatisfacción y lo pueden conducir al suicidio. La anomia casera también induce el suicidio: una alta tasa de divorcios, por ejemplo, lo favorece estadísticamente. La anomia es una falta de regulación de la sociedad sobre el individuo, al que impide limitar sus deseos sufriendo un mal "infinito".
La anomia es, pues, en nuestras sociedades modernas, un factor regular y específico de los suicidios; es una de las fuentes de que se alimenta la frecuencia anual [...] El suicidio anómico se distingue en que no depende de la manera como los individuos se unen a la sociedad, sino de la forma en que ella los reglamenta. (Émile Durkheim, El suicidio)
La anomia es bastante común cuando el entorno social asume cambios significativos en economía, por ejemplo, ya sea para bien o para mal, y más generalmente cuando existe una brecha significativa entre las teorías ideológicas y valores comunes enseñados y la práctica en la vida diaria.
La obra de Durkheim en torno a la modernidad, contexto en el que se presenta la anomia, exhibe diversas posturas que aquí enunciaremos sólo en forma breve. En algunos casos, el autor considera a la modernidad como una fuente de riqueza e interdependencia para que los individuos puedan desarrollarse plenamente a partir de la complementación necesaria por el alto grado de heterogeneidad existente en las sociedades derivadas de ella.3 En otros, en cambio, considera a esta época de forma negativa porque la diversidad puede generar angustia y preocupación al estar marcada por la subjetividad y la incertidumbre. El que se presente uno u otro escenario dependerá de la sociedad y de la forma como ésta ejerce sus funciones.
En las sociedades tradicionales, Durkheim identifica como forma de funcionamiento de las relaciones entre los individuos una solidaridad mecánica, ya que en este tipo de sociedades los vínculos surgen gracias a la existencia de una conciencia colectiva que está basada en la uniformidad de creencias y costumbres y en donde la diferencia es considerada por la totalidad del grupo como una amenaza, con el resultado de que aquél que rompe con lo establecido será fuertemente castigado por la mayoría. Frente a ella, en las sociedades modernas, los lazos sociales se establecen a partir de una solidaridad orgánica en forma de complementariedad debido a las diferencias existentes entre los miembros. Es en estas sociedades donde la diversidad es la característica central, donde la división del trabajo ha hecho posible que la individuación y la cohesión social avancen a la par. En la medida en que un individuo se especializa y desarrolla la función para la cual está más capacitado, requerirá más de los otros que, de esta forma, lo complementan al ofrecerle todo aquello que él no puede atender por estar concentrado en hacer lo que mejor puede. Así, individuación y cohesión social se fortalecen simultáneamente.
En las sociedades modernas se han producido cambios profundos en poco tiempo modificándose sus estructuras y, en consecuencia, en la forma de reglamentar las relaciones que ocurren dentro de ellas. Como ya se mencionó, con la llegada de la modernidad cobró relevancia el papel del individuo, la ciencia y la eficiencia por encima de los principios absolutos tales como la religión y la tradición, que son característicos de la sociedad tradicional, como lo indica Durkheim. Además, sobre todo en el ámbito económico, las funciones se fueron disociando, sin que entre ellas se establecieran -como sustitutos del modelo anterior - lazos suficientes para organizar al grupo y vincular a sus miembros.
En el contexto moderno, el ámbito económico juega un papel central y lo que ocurre en él tiende a influir notablemente el resto de las esferas individuales. En lo económico, las relaciones entre los individuos están marcadas por el interés y la búsqueda de la eficiencia, los encuentros entre los diversos actores se dan de forma esporádica por lo que no se percibe una necesidad clara de reglamentación. Esta ausencia de normas y de estabilidad permea al resto de la sociedad y termina por debilitar la Moral pública, generando con ello una sensación de vacío y pérdida de sentido.
Dado que la transformación ha sido rápida y profunda, la sociedad se encuentra atravesando por una crisis transicional debida a que los patrones tradicionales de organización y reglamentación han quedado atrás y no ha habido tiempo suficiente para que surjan otros acordes con las nuevas necesidades. Como consecuencia de ello, se ha producido una situación de competencia sin regulación, lucha de clases, trabajo rutinario y degradante, entre otros, en el que los participantes no tienen clara cuál es su función social y en la que no hay un límite claro, un conjunto de reglas que definan qué es lo legítimo y lo justo. Para Durkheim, la anomia no es más que una etapa, producto de las rápidas transformaciones. Etapa que, eventualmente, será superada a través de la creación de corporaciones o grupos profesionales en las que los individuos podrán reunirse a partir de la comunidad de intereses, con el establecimiento de reglas. Es decir, se constituirá la unidad en la diversidad, y de esta forma será posible reorganizar una sociedad que para Durkheim se encuentra desorganizada y fragmentada
Para Durkheim, en este contexto en el que los límites se encuentran debilitados o no existen, el individuo se encuentra en una situación complicada debido a que sus pasiones y deseos se hallan desbocados al perder todo punto de referencia. Este hecho le genera un constante sentimiento de frustración y malestar, ya que todo aquello que logra le parece poco, pues siempre quiere algo nuevo que supone le generará un mayor placer.
En gran medida la situación o “estado de anomia” constituye una de las por él denominadas “forma anormales”, donde existe una división del trabajo anómico. Durkheim no se interroga directamente sobre si la organización capitalista del trabajo social es moral o no, sino más bien sobre el fundamento de la cohesión social. Plantea la necesidad de una reforma social pero sin realizar transformaciones de tipo estructural al estilo de la propuesta de Marx (socialización de la economía e instauración de un Estado socialista). Propone una reforma del Estado conforme con las tendencias de la evolución social, en un sentido más reformista (reforma social) {básicamente, la corporativización de la sociedad política, a través de la mediación de las corporaciones profesionales}. No obstante, defendió la realización de reformas en vista de una mejora de la justicia social y defendió una conciliación entre los individuos (y sus derechos de ciudadanía) y clases sociales «dentro» de las sociedades capitalistas. Rechazó los métodos revolucionarios. Estimaba insuficiente el intervencionismo estatal y aboga por el aumento del papel de los grupos sociales en el gobierno y autoadministración social. Tiene una gran preocupación por comprender la naturaleza cambiante del orden y la recreación permanente de las condiciones sociales y político-jurídicas que permiten adaptar el orden predispuesto a las cambiantes exigencias sociales. Para él el problema social y el del tránsito a la modernidad -como proceso inconcuso- necesita ante todo de una crítica moral constructiva de la sociedad moderna y de la implantación subsiguiente de las bases de una nueva moral que exige poner en práctica medidas activas de solidaridad social (construidas científicamente).
Durkheim promovía la implantación de las corporaciones o agrupaciones profesionales dentro del ámbito de influencia estatal, a las cuales se les atribuiría funciones políticas, para lograr un nuevo orden social, más integrado y cohesionado. Son las comunidades socioprofesionales donde se agrupan la masa de individuos alrededor de una misma actividad funcional. Con el predominio de la solidaridad mecánico-orgánica se teje una red de normas y pautas que ordenan las relaciones sociales y que potencialmente permitirían la integración. Los vínculos sociales entre la sociedad compleja y el Estado encontrarían una instancia de intermediación en las corporaciones profesionales, las cuales facilitarían la integración y los procesos de regulación social y jurídica. Ellas estarían llamadas a corregir y neutralizar los efectos disfuncionales de la organización de las relaciones sociales; actuarían como instituciones de reforma moral, apoyadas, no sin fricciones por su «percepción voluntarista de la función atribuida al fenómeno corporativo», en las aportaciones de la sociología científica devenida en ciencia moral general por excelencia. Por tanto, como ha advertido Giddens, lo que Durkheim propugnaba no era la defensa del orden de cosas existente (o el restablecimiento de un orden que se estimaba amenazado) en contra del cambio, sino que su objetivo consistía en la «realización» del cambio en el sentido de la modernidad[60]. En esa dirección creía Dukheim que la pervivencia de cualquier sociedad moderna, de la convivencia pacifica en ella, depende de la cooperación y del consenso o acuerdo entre los individuos sobre los principios y valores compartidos[61]. Lo cual lleva a la construcción de una nueva moral cívica.
Fuentes:
- EL CONCEPTO DE ANOMIA DE DURKHEIM Y LAS APORTACIONES TEÓRICAS POSTERIORES, María del Pilar López Fernández, Iberofórum. Revista de Ciencias Sociales de la Universidad Iberoamericana. Año IV, No 8. Julio-Diciembre 2009
- EL PENSAMIENTO POLÍTICO-JURÍDICO DE DURKHEIM: SOLIDARIDAD, ANOMIA Y DEMOCRACIA, José Luis Monereo Pérez, http://www.ugr.es/~redce/ REDCE9/articulos/10Durkheim. htm
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