Malinowski, un fiel exponente de la etnografía sobre el terreno | El Prójimo y El Extraño – Por Omar Ferretti


Bronislaw Malinowski (1884 – 1942).


Poco y nada se sabe de su infancia y temprana juventud, salvo que poseía una salud muy endeble que lo obligaba a reposos estrictos y prolongados. Como consecuencia a la falta de actividad física en esta etapa de su vida, sus días transcurrían entre el estudio de las ciencias y la lectura voraz de cuanta novela cayera en sus manos, prefiriendo siempre las de su compatriota Joseph Conrad a cualquier otra.

Cómo nace su interés por la antropología

Hacia 1908 ingresa a la prestigiosa Universidad de Cracovia y en solo seis años logra doctorarse en física y matemáticas. A esta pasión por las “ciencias duras” se le suma su pertinaz entusiasmo por la lectura de ensayos sobre psicología, antropología e historia.

Su encuentro con la obra del sabio escocés James Frazer sobre mitología y religión comparadas, estimula su curiosidad creciente por la etnología; interés que, a la postre, se transformará en el acicate que necesita para viajar a Inglaterra y estudiar antropología en la Universidad de Londres.

Allí trabará amistad con el médico y profesor Charles Seligman. Este último, en compañía de su esposa realiza varias expediciones a las diversas colonias que tenía Inglaterra por todo el mundo, interesándose fundamentalmente por la medicina tradicional de los nativos y sus enfermedades.

Será el profesor Seligman quien financiará la primera expedición de Malinowski a la Nueva Guinea Británica. El futuro “paladín del trabajo de campo en antropología”, partirá finalmente hacia estas tierras exóticas un tiempo antes de iniciarse la Primera Guerra Mundial.

Sin embargo, el comienzo de esta conflagración lo obligará a mudarse a un archipiélago cercano: las islas Trobriand. Allí desarrollará su primera experiencia importante sobre el terreno, volcando todo su arsenal de recursos etnográficos: la convivencia prolongada en una comunidad, el registro minucioso de su vida cotidiana, el aprendizaje de su lengua vernácula, junto a la práctica de la “observación participante”. Como fruto de su etnografía en las Trobriand, escribirá su obra más conocida: “Los argonautas del pacífico occidental”.

Sus diferencias con el evolucionismo cultural decimonónico

Para apreciar en toda su magnitud el aporte realizado por Malinowski a la antropología social –y por qué no decirlo, también al imperialismo inglés-, se torna imprescindible realizar un breve repaso por el evolucionismo cultural.

Esta corriente de pensamiento antropológico predominó en Inglaterra hacia finales del siglo XIX y principios del XX. Malinowski se dedicará a demoler los dogmas de la doctrina evolucionista, construyendo sobre estas ruinas su edificio conceptual y metodológico.

Principales dogmas del evolucionismo cultural

Tomando fundamentalmente como criterio de comparación y de valoración el grado de complejidad tecnológica y económica alcanzada por las diferentes sociedades, los antropólogos más representativos de este paradigma, comenzaron a medir la evolución de las sociedades humanas ubicando a Europa en la etapa culminante de ese proceso.

En este contexto, las sociedades colonizadas serán definidas como “primitivas” o “salvajes” en una escala de progreso unilineal en donde el punto de llegada era, naturalmente, la civilización industrial, occidental y cristiana.

El camino de la evolución será igual para todos los pueblos –salvajismo, barbarie y civilización, de acuerdo con el esquema de Lewis Morgan-, variando sólo la velocidad de la marcha. Por supuesto, el que llega primero es el más inteligente, el superior.

De este modo, el dogma evolucionista pretendía demostrar que los “otros culturales” eran, en verdad, simples rezagos de la historia y del progreso.

El acopio de datos mediante fuentes secundarias

Por cierto, la mayoría de los antropólogos evolucionistas se dedicaban a la investigación de gabinete; es decir, organizaban la información sobre pueblos exóticos recogidas por viajeros, misioneros y administradores coloniales, pero muy rara vez salían de la comodidad de sus escritorios y bibliotecas. En otras palabras, teorizaban y comparaban utilizando fuentes secundarias.

Según Malinowski, la reconstrucción histórica de la cultura o civilización que resultaba de estos análisis no era más que una historia “conjetural”, arbitraria y, como no podía ser de otra manera, preñada de prejuicios etnocentristas, debido a la insuficiente preparación científica de los primeros recolectores de datos para zambullirse en el interior de los pueblos exóticos y captar el punto de vista o visión del mundo del nativo.

La rebelión de los oprimidos

Cuando Malinowski viaja a la Nueva Guinea Británica, hacía tiempo ya que Inglaterra venía teniendo problemas en la mayoría de sus colonias de ultramar. Rebeliones, resistencia a las autoridades, conflictos interétnicos y dificultades en la producción, formaban parte de un escenario que se presentaba como abiertamente hostil a los intereses expansionistas de la “Rubia Albión”.

De ahora en adelante, el interés del Imperio no estará puesto en justificar su indiscutible hegemonía mundial; muy por el contrario, le urgirá por encima de cualquier otra cosa, conocer a las sociedades nativas “desde adentro”, esto es, saber “cómo funcionan” para poder administrarlas sin sobresaltos.

El funcionalismo responde a la lógica colonial

Malinowski será el primero en entender que una antropología con base empírica, se torna cada vez más necesaria para los administradores y funcionarios coloniales si es que desean tener éxito en la tarea de cambiar a las sociedades que tienen a su cargo.

Inspirándose en Durkheim, argumentaba que la cultura se constituye como una totalidad funcional, integrada y coherente, que vendría a continuar el trabajo que la naturaleza había dejado abierto.

La función que cumple la cultura es la de satisfacer las necesidades del hombre. Así, cada necesidad –hambre, sueño, protección, movimiento, reproducción, etc.-, se satisface con un tipo de respuesta cultural. Entonces, si el hombre satisface estas necesidades a través de su cultura, resultaba imposible, según Malinowski, realizar intentos para modificarla sin un previo conocimiento de la misma.

El aporte de Malinowski a la antropología

Denostado por su “funcionalismo” y su ideología pro – colonialista, la antropología actual reconoce, sin embargo, el legado metodológico dejado por Malinowski.

En efecto, el trabajo de campo prolongado dentro de las comunidades, la convivencia con el nativo, el registro minucioso de su vida cotidiana, el aprendizaje de la lengua vernácula y la práctica de la “observación participante”, siguen siendo técnicas válidas y confiables que permiten al antropólogo mirar al mundo con los ojos del otro.

(Artículo publicado originalmente en la página canadiense suite101.net el 9 de noviembre de 2011)

Bibliografía consultada

Panoff, Michel. “Malinowski y la antropología”, Editorial Labor, Barcelona, España, 1974.

Sinisi, Liliana. “Antropología social inglesa: la teoría funcionalista”, en: Antropología, Mirta Lischetti compiladora, editorial Universitaria de Buenos Aires (EUDEBA), Bs. As., Argentina, 2010.



Comentarios

Entradas populares de este blog

Corrientes de fundación de Ciudades en el territorio de la actual Argentina

"'Antes sembrábamos frutales, ahora sembramos cabañas'. Tensiones en torno al desarrollo turístico en el Delta de Tigre"